miércoles, 7 de marzo de 2012

El hostel


“Siempre vas a encontrar alguien aquí” dijo Nicolás mientras cargaba mi bolso de 80 kilos y me acompañaba a mi dormitorio. “El desayuno empieza a servirse a las siete y media” dijo y me entregó la llave. Estaba en mi nuevo hogar. Una pequeña habitación amoblada de la forma más simple. “Bueno, acá estoy” pensaba mientras desacomodaba mi bolso para lograr acomodarme. Múltiples emociones me invadían. “Acá no aguanto ni un día”, “Pero esto es lo que quería”, “¿Voy a acostumbrarme a esto?”, “¿Y el baño, cómo hago?”. Nunca antes me había hospedado en un hostel. Todo era desconocido y, naturalmente, le temía a eso.

Bajé a recepción recién al día siguiente. Estaba Patricio, colombiano y trotamundos por experiencia.  “Buenos días. ¿Cómo te llamas?” me preguntó. Fríamente pero con amabilidad contesté su pregunta y me fui a desayunar. Franceses, brasileros, venezolanos, ingleses preparaban su café con leche acompañado de tostadas.  No sé si fue un desayuno americano pero sí, internacional. No hablé con nadie. Desayuné y salí.

Miércoles. Tres días pasaron. Primera jornada de trabajo. Dura. Llegué al hostel atosigada. Estaba el flaco en recepción, nos saludamos y presentamos. Argento por donde se lo mire, me preguntó al ver mi cara de agotamiento de donde venía. “Del laburo” contesté con fuerza. Y empezamos a hablar. Estaba Nico también.  Después de conversar sobre responsabilidades, trabajo y estudio, el flaco dice “vamos a pedir pizza, ¿te prendés?”. Lo que empezó en una cena terminó en extensos diálogos sobre la vida con esos franceses, brasileros, venezolanos e ingleses con quienes había compartido desayunos mudos. “Qué lindo esto. Linda gente, copada” pensaba esa noche mientras preparaba mi cama para irme a descansar. Estaba tranquila, cómoda y sorprendida por lo bien que me sentía. No lo esperaba.

Y así pasaron más días. Así pasó mi mes. Conocí bastante gente en el hostel. Buena gente, ante todo. Aprendí sobre lugares, comidas, música, cine. Pero sobre todo, aprendí lo que realmente significa compartir; compartir cenas, palabras, cigarros, mates y hasta zapatos y carteras. Lo importante e indispensable que es y lo bien que hace. Este sitio me abrió los brazos y me abrazó durante treinta días. Hoy, con mi bolso listo para irme a mi nuevo departamento tengo emociones similares a las de aquel primer día, pero con la serenidad que aquí en el hostel, siempre encontraré a alguien.

martes, 21 de febrero de 2012

Vivir o no vivir



Decisión. Palabra clave, matriz. Ser humano es tomar decisiones. Algo tan imprescindible como respirar. Muchos son quienes confunden poder de decisión con valentía o quizás coraje. Yo lo simplifico como una cualidad natural, como un obsequio de la razón que todos recibimos en forma perfectamente equitativa.

El miedo es el peor rival al momento de decidir. Es su antípoda y su obstáculo. El miedo es destructivo y saber dominarlo nos permite conservar nuestra integridad. Ahí es donde las decisiones son las herramientas perfectas. Quien decide, no teme. Y quien no teme, vive.

No se trata de tomar muchas y buenas decisiones. No es una cuestión meramente cuantitativa o cualitativa. Basta con que nuestras decisiones sean unipersonales, propias y limpias de cualquier persuasión o influencia ajena.

Tomar decisiones no marca ese camino a la felicidad del que tantos hablan, pero sí permite alcanzar estabilidad y sobre todo, tranquilidad.