Compartir, ese es el inicio. Una necesidad humana imprescindible como respirar. Pero, ¿qué compartir?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde? Ahí es donde Internet aparece como respuesta a nuestros interrogantes, dejándonos a elección propia muchísimas opciones. Y el blog es una de ellas.
Un blog. En un principio creí que era una demostración de egocentrismo puro y lo rechacé fervientemente: “eso es para giles que se creen futuras revelaciones de la literatura”. Sin embargo aquí estoy, publicando en un blog y supliendo al fin mi necesidad de compartir.
Si el dicho popular dice que quien avisa no traiciona, entonces les advierto que el contenido de mis publicaciones será totalmente variado; que obviamente no tengo talento literario o poético; y que no me creo una intelectual, erudita ni nada parecido.
Por favor no interpreten esto como gesto de narcisismo o fanfarronería.
Perdón por mis horrores de redacción, hago lo que puedo pero intentaré mejorar.
Y gracias por regalarme un minuto de sus días, ni se imaginan lo valioso que significa para mí.
Sin más que escribir, me despido con un simple pero real "hasta luego".